Alimentos que ayudan a reducir el riesgo de cáncer de seno

Escrito por Elena Ramos

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Si vive con riesgo de cáncer de seno, con un cáncer de seno recién diagnosticado o con un cáncer de seno metastásico, quizá se pregunte qué puede hacer más allá del tratamiento y fuera de la consulta de su médico para intentar mantener la enfermedad bajo control y seguir viviendo su vida. Una posible pieza del rompecabezas, si está dispuesto a hacer cambios en su estilo de vida, es la alimentación.

Es difícil sacar conclusiones concretas sobre la alimentación y las enfermedades, porque es difícil realizar estudios irrefutables que demuestren la correlación entre un alimento y un riesgo. Muchos estudios, por ejemplo, se basan en el recuerdo de las personas de lo que comieron (si no recuerda lo que desayunó ayer, ya ve el problema). Dicho esto, las pruebas tienden, con el tiempo, a acumularse y llegar a un consenso.

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En el caso del cáncer de seno, las pruebas científicas más sólidas sobre la relación entre el cáncer y la dieta apoyan hasta ahora una dieta basada en vegetales, con antiinflamatorios, basada en el pescado y que se evite la carne roja.

¿Por qué es importante controlar la inflamación?

La inflamación forma parte de la respuesta normal del organismo a los daños. Sin embargo, como parte de esta respuesta, hay una liberación de sustancias en el cuerpo que promueven la división celular, lo cual no es algo óptimo en los pacientes con cáncer. En cuanto a la carne roja, contiene hormonas (que pueden alimentar el crecimiento del cáncer de mama), sustancias químicas que alteran el sistema endocrino y contiene hemo (hierro), un oxidante que puede dañar los genes. Si se pone la carne en la parrilla, se añaden aminas heterocíclicas a la mezcla, compuestos asociados con el riesgo de cáncer en estudios de laboratorio.

¿Qué diferencia puede suponer un cambio en la dieta?

No eliminará el riesgo por cambiar a una dieta antiinflamatoria basada principalmente en vegetales. Pero puede intentar que el césped de su jardín sea lo más inhóspito posible para las malas hierbas.

Estos son los seis principales alimentos protectores:

Yogur

Se ha demostrado que tan sólo un cuarto o un tercio de taza de leche aumenta el riesgo de cáncer de mama en un 30%, según un estudio publicado en el International Journal of Epidemiology en 2020. Una de las razones podría ser el contenido hormonal de la leche de vaca, ya que las vacas son lactantes (y muchas están embarazadas). Pero el riesgo parece mejorar si la leche está fermentada, como en el yogur, que también es una buena fuente de calcio y proteínas. El yogur también contiene bacterias beneficiosas, como los probióticos, que pueden reducir la inflamación y el riesgo de cáncer de mama.

Verduras crucíferas

Esta familia de hortalizas recibe su nombre de las hojas y tallos en forma de cruz (crucífera viene de la palabra crucifijo) e incluye las coles de Bruselas, la col china, la rúcula, la col rizada, el brócoli y la coliflor. Esta familia de verduras es rica en calcio y en dos tipos de compuestos en particular, los indoles y los isotiocianatos, que han sido ampliamente estudiados por sus propiedades anticancerígenas. Contienen compuestos llamados indoles-3-carbinoles, que ayudan a desintoxicar el exceso de estrógeno. El estrógeno, una hormona, alimenta el crecimiento del cáncer de mama.

Soja

Antes existía una gran preocupación por el consumo de soja en mujeres con cáncer de mama, ya que la estructura química de la soja es similar a la del estrógeno. Pero esta teoría ha sido ampliamente desmentida por numerosos estudios a largo plazo. La soja es una proteína vegetal rica en nutrientes que contiene los nueve aminoácidos esenciales, algo relativamente raro en el mundo vegetal. Es una fuente ideal de proteínas. Cuando se pregunte qué producto de soja consumir, busque la soja en forma de alimento integral, como el tempeh, el edamame, el miso y el tofu.

Huevos

Hay muchas pruebas de que los huevos son un ingrediente preventivo útil. Vale la pena considerar dos a la semana, ya que, además de ser una fuente de proteínas no cárnicas, son ricas en colina, luteína y zeaxantina, todos ellos micronutrientes que se cree que tienen propiedades para combatir las enfermedades.

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Té verde

El té verde ha sido identificado como un superingrediente potencial porque se consume mucho en las culturas asiáticas, donde el riesgo de cáncer de mama es menor. La investigación está en curso. El té verde tiene importantes efectos antioxidantes. Los antioxidantes ayudan a prevenir el daño a las células de los radicales libres que se generan como parte del metabolismo normal y que pueden causar daños genéticos en las células que conducen al crecimiento del cáncer. Los compuestos polifenólicos de las hojas actúan como antioxidantes y desintoxican los radicales libres que dañan las células. Algunas investigaciones sugieren que los polifenoles del té verde también pueden reducir el nivel de actividad de los estrógenos, que alimentan el crecimiento del cáncer de mama. Un amplio estudio sobre mujeres asiáticas posmenopáusicas que bebían té verde descubrió una reducción del 25% en la recurrencia del cáncer de mama.

Pescado

La investigación epidemiológica ha puesto de manifiesto desde hace tiempo que el cáncer de mama es menos frecuente en los países en los que se consume mucho pescado (en contraposición a la dieta occidental, rica en carne). Esto puede deberse a que el pescado, además de ser una buena fuente de proteínas sin carne roja, tiene propiedades antiinflamatorias en forma de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA). Una investigación reciente en ratones criados para una forma agresiva de cáncer de mama ha demostrado que la exposición a los PUFAs redujo el riesgo de los animales de desarrollar la enfermedad durante su vida. Elija pescados grasos de agua fría como el atún (el listado, no el atún blanco, ya que cuanto más grande sea el pescado, más probable es que contenga mercurio), el salmón rojo, las sardinas, el arenque y la caballa.

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