Dolor de hígado: causas y síntomas

Escrito por Elena Ramos

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El dolor de hígado se puede sentir en la parte superior del abdomen en el lado derecho. Puede ser un signo de una enfermedad grave, por lo que puede ser necesario consultar a un médico. Un hígado sano ayuda al organismo a combatir las infecciones, limpia la sangre y desempeña un papel en el metabolismo. También es capaz de repararse a sí mismo cuando se daña. Si el hígado no es capaz de hacer su trabajo correctamente, puede ser mortal.

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El dolor de hígado puede tener varias causas. Es importante encontrar la causa del dolor y buscar tratamiento para evitar daños irreversibles.

Dolor de hígado y enfermedad hepática

El dolor de hígado puede ser leve e inespecífico, pero también puede ser grave. Puede expresarse como un dolor de espalda. El dolor de hígado se confunde a veces con el dolor en el hombro derecho, el abdomen o el riñón. Muchas enfermedades hepáticas y otras afecciones orgánicas pueden causar dolor de hígado. Algunos de ellos pueden provocar daños en el hígado. Sin tratamiento, el hígado puede acabar dejando de funcionar. La enfermedad hepática es cualquier condición que cause inflamación o daño al hígado y que pueda afectar a su función. El dolor de hígado suele ser un signo de enfermedad hepática.

Los síntomas de la enfermedad hepática no suelen aparecer hasta que la enfermedad está en una fase avanzada. Por ello, es importante estar atento al dolor de hígado y a otros síntomas que puedan indicar un trastorno hepático.

Los pacientes deben buscar atención médica inmediata si experimentan alguno de los siguientes síntomas:

  • dolor intenso, especialmente en el abdomen
  • fiebre
  • orina oscura
  • heces pálidas, sanguinolentas o de color negro
  • náuseas y vómitos
  • pérdida de peso
  • piel amarillenta
  • sensibilidad intensa en el abdomen
  • hinchazón del abdomen o de las piernas y los tobillos
  • picor en la piel
  • fatiga crónica
  • pérdida de apetito

Más de 100 tipos diferentes de enfermedades hepáticas pueden causar dolor de hígado. He aquí algunos ejemplos:

Hepatitis

Hepatitis significa inflamación del hígado. La causa más común es un virus, pero otras causas son el consumo excesivo de alcohol, las toxinas, ciertos medicamentos y ciertas condiciones médicas. Hay varios tipos de virus de la hepatitis. Los tipos más comunes son la hepatitis A, la hepatitis B y la hepatitis C.

Las hepatitis B, C y D provocan una hepatitis crónica, que a la larga puede provocar cirrosis, insuficiencia hepática y cáncer de hígado.

  • La hepatitis A se encuentra en las heces de una persona infectada y se transmite a través del consumo de alimentos o agua contaminados.
  • La hepatitis B se transmite a través de la exposición a fluidos corporales, como la sangre y el semen.
  • La hepatitis C se transmite a través de la sangre infectada o, a veces, por contacto sexual.
  • La hepatitis D es una infección secundaria que sólo afecta a las personas con hepatitis B.
  • La hepatitis E se transmite a través de alimentos o agua contaminados.
  • Hepatitis autoinmune, cuando el sistema inmunitario ataca las células del hígado.

La hepatitis puede ser aguda, es decir, repentina y de corta duración, o crónica, es decir, duradera y persistente.

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Colangitis

La colangitis es una inflamación del sistema de conductos biliares, generalmente causada por una infección bacteriana. El conducto biliar drena la bilis del hígado y la vesícula biliar y la lleva al intestino delgado. La infección por colangitis hace que se acumule presión en este sistema de drenaje. Esto normalmente indica que hay una obstrucción o bloqueo en el sistema. Esto puede deberse a cálculos, tumores, coágulos de sangre o reflujo bacteriano.

Cirrosis

La cirrosis es una cicatrización irreversible del hígado. El hígado empeora lentamente y se vuelve incapaz de funcionar correctamente debido al daño a largo plazo. Con el tiempo, el tejido cicatricial sustituye al tejido hepático sano, lo que puede empezar a bloquear el flujo sanguíneo al hígado. Un hígado sano puede regenerar sus células dañadas. Si el daño es muy grave o demasiado prolongado, el hígado no puede repararse por completo y, en su lugar, crea tejido cicatricial. La cirrosis se produce gradualmente, pero a medida que se agrava, el hígado comienza a deteriorarse. Esto puede conducir a una insuficiencia hepática crónica o a una enfermedad hepática terminal, en la que el hígado ya no puede realizar sus funciones vitales.

Absceso hepático

Un absceso hepático es una bolsa de líquido infectado, o pus, que se forma en el hígado. La infección por determinados gérmenes, como bacterias, parásitos u hongos, puede provocar el absceso. Un absceso puede dañar los tejidos cercanos, provocar hemorragias, más infecciones e incluso la muerte. El tratamiento puede incluir un antibiótico o un medicamento antimicótico, y el absceso puede ser drenado. Normalmente se realizan imágenes de seguimiento del hígado para asegurarse de que el absceso ha desaparecido y de que no hay daños permanentes.

Síndrome de Budd-Chiari

Se trata de una rara enfermedad hepática en la que los coágulos de sangre bloquean el flujo de sangre hacia el exterior del hígado. La sangre retrocede hacia el hígado, provocando su agrandamiento. En algunos casos, el bazo también puede aumentar de tamaño. La acumulación de sangre provoca un aumento de la presión sanguínea en la vena porta. Es la vena que lleva la sangre desde los intestinos hasta el hígado. Este aumento de la presión se conoce como hipertensión portal. La hipertensión portal provoca la acumulación de líquido en el abdomen. La obstrucción de las venas hace que el flujo de sangre desde el hígado hasta el corazón sea más lento o se detenga. También es posible la cicatrización del hígado o la cirrosis.

Las personas cuya sangre es más propensa a coagularse tienen también un mayor riesgo de padecer el síndrome de Budd-Chiari. Entre ellos se encuentran las mujeres embarazadas y las personas con tumores, enfermedades inflamatorias crónicas, trastornos hemorrágicos e infecciones.

El efecto del alcohol

El abuso crónico del alcohol es la principal causa de la cirrosis. Normalmente, el hígado descompone el alcohol y lo elimina del organismo. Si una persona consume más alcohol del que el hígado puede procesar, las células hepáticas pueden dañarse o destruirse. El consumo elevado de alcohol puede provocar la acumulación de grasa y la inflamación del hígado, lo que puede dar lugar a una cirrosis alcohólica. La cirrosis alcohólica no es reversible, ni siquiera después de dejar de consumir alcohol, pero la interrupción del consumo de alcohol puede prevenir daños mayores y ayudar a mejorar los síntomas.

Causas y factores de riesgo de las enfermedades hepáticas

Las enfermedades del hígado tienen diferentes causas, entre ellas:

  • una infección
  • problemas del sistema inmunológico
  • factores genéticos
  • efecto tóxico de los medicamentos
  • cáncer
  • abuso crónico de alcohol
  • acumulación de grasa en el hígado

Los factores que aumentan el riesgo de desarrollar una enfermedad hepática o una complicación relacionada son:

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  • consumo excesivo de alcohol
  • inyectarse drogas o compartir agujas
  • sexo sin protección
  • exposición a determinadas sustancias químicas o toxinas
  • diabetes
  • obesidad

Diagnóstico

Son muchas las afecciones que pueden causar dolor de hígado, por lo que es importante determinar cuál de ellas está presente. Un médico realizará un examen físico y revisará el historial médico de la persona.

Otras pruebas posibles son:

  • análisis de sangre para evaluar la función hepática o identificar problemas hepáticos específicos o condiciones genéticas
  • pruebas de imagen, como el TAC, la RMN y la ecografía, para evaluar el daño hepático
  • Análisis tisular, en el que se toma una muestra de tejido hepático para realizar pruebas de laboratorio.

A veces, el dolor de hígado desaparece tras realizar cambios en el estilo de vida, como dejar de beber alcohol, perder peso o llevar una dieta saludable. Otros problemas pueden requerir medicación o cirugía. En caso de insuficiencia hepática, puede ser necesario un trasplante de hígado.

Prevención de enfermedades hepáticas

Para prevenir las enfermedades del hígado, es aconsejable:

  • beber alcohol con moderación
  • evitar comportamientos de riesgo, como compartir agujas de drogas y mantener relaciones sexuales sin protección
  • vacunarse contra la hepatitis, si es necesario
  • hacerse la prueba de la hepatitis, si es necesario
  • utilizar los medicamentos con prudencia
  • mantener un peso saludable.

Aunque haya dolor de hígado, con un tratamiento adecuado y cambios en el estilo de vida se puede llevar una vida normal.

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