Comer carne roja todos los días aumenta en un 30% el riesgo de padecer enfermedades cardíacas

Escrito por Elena Ramos

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Desde hace tiempo se sabe que un consumo elevado de carne roja aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas. Los sorprendentes resultados publicados en la prestigiosa revista Nature Medicine sugieren que este aumento se debe a ciertas bacterias intestinales que transforman una molécula contenida en la carne en un compuesto tóxico para los vasos sanguíneos.

Los estudios han demostrado que las personas que comen regularmente mucha carne roja, es decir, el equivalente a 150 g al día (alrededor de un kilo a la semana), tienen alrededor de un 30% más de riesgo de morir prematuramente de enfermedad cardíaca que los que comen menos de 250 g a la semana.

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El alto contenido de grasas saturadas y colesterol de la carne roja suele ser el responsable de este impacto negativo en la salud del corazón: estas grasas aumentan los niveles de «colesterol malo» (LDL) y estas LDL se acumulan en las paredes de los vasos sanguíneos para favorecer la formación de placas ateroscleróticas que aumentan el riesgo de infarto o ictus. Las comparaciones internacionales han demostrado que las personas que consumen grandes cantidades de grasas saturadas tienen una alta incidencia de enfermedades cardiovasculares, mientras que las que prefieren otros tipos de grasas (monoinsaturadas o poliinsaturadas) tienen una incidencia mucho menor de enfermedades.

Sin embargo, un análisis detallado de varios estudios que han examinado este tema no muestra ninguna asociación directa entre la ingesta de grasas saturadas en la alimentación y las enfermedades cardíacas, lo que sugiere que hay otros factores implicados en el efecto adverso de la carne sobre el riesgo de enfermedades cardíacas.

La carne roja modifica la flora intestinal

El intestino contiene varios miles de millones de bacterias que desempeñan un papel muy importante en el proceso digestivo y en el mantenimiento de la salud general. Además de su conocido papel en el metabolismo de la fibra alimentaria, estudios recientes indican que esta flora intestinal es capaz de formar ciertos compuestos tóxicos a partir de una clase de moléculas presentes en grandes cantidades en alimentos como la carne o los huevos, las aminas cuaternarias. ¿Podría el aumento del riesgo de enfermedades cardíacas asociado al consumo de carne roja deberse a la acción de estas bacterias intestinales?

Para responder a esta pregunta, investigadores estadounidenses estudiaron el metabolismo de la L-carnitina, una amina cuaternaria presente en grandes cantidades en la carne roja y cuyo propio nombre deriva de la palabra latina para carne (carnis). Los voluntarios omnívoros, vegetarianos y veganos comieron un abundante filete que contenía unos 180 mg de carnitina y tomaron un comprimido que contenía 250 mg de carnitina modificada para facilitar su detección en la sangre. Los investigadores observaron que en los omnívoros, la carnitina se transformaba rápidamente en trimetilamina-N-óxido (TMAO), mientras que esta molécula estaba prácticamente ausente en las personas que no comen carne de forma habitual (vegetarianos).

Este diferente metabolismo de la carnitina en las dos poblaciones se correlaciona con notables diferencias en la composición de la flora bacteriana intestinal de los consumidores habituales de carne en comparación con los que consumen poca carne.

Mayor riesgo de problemas cardiovasculares

Estas observaciones son importantes porque la producción de TMAO tras el consumo de carne parece estar estrechamente relacionada con el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Al analizar la sangre de 2.595 pacientes que esperaban una intervención cardiológica, los investigadores observaron que las personas con mayores cantidades de carnitina y TMAO tenían el doble de riesgo de verse afectadas a medio plazo por un evento cardiaco y de morir prematuramente. Este aumento del riesgo de problemas vasculares estaría causado por una inhibición del transporte de colesterol hacia el hígado por parte de la TMAO, lo que provoca su acumulación en la pared de los vasos y la formación de placas de ateroma que acaban desprendiéndose y bloqueando la circulación sanguínea.

Estos resultados sugieren que una dieta rica en carne roja conduce al desarrollo de una flora intestinal distinta que produce moléculas tóxicas para los vasos sanguíneos. Realmente somos lo que comemos, incluso cuando se trata de las bacterias que viven en nuestro intestino.

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