El exceso de azúcar causa diabetes y ceguera

Escrito por Elena Ramos

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La diabetes de tipo 2 es un problema importante, con más de 200 millones de personas afectadas en todo el mundo. Además de su catastrófico impacto en las enfermedades cardiovasculares, la diabetes aumenta drásticamente el riesgo de padecer graves enfermedades oculares que pueden conducir a la ceguera.

Nuestro cuerpo (especialmente nuestro cerebro) necesita constantemente glucosa (azúcar) para funcionar correctamente. Sin embargo, este azúcar debe manejarse con mucho cuidado y disponemos de un sistema de control muy sofisticado para mantener su concentración en los niveles justos para satisfacer las necesidades del organismo.

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Estos niveles son mucho más bajos de lo que pensamos: en promedio, la sangre de una persona sana no contiene más de 4 a 5 gramos de glucosa, ¡apenas el equivalente a una cucharadita! Sin embargo, en las personas con diabetes de tipo 2, la cantidad de azúcar en sangre es superior a la normal. Esto se debe al fenómeno de la «resistencia a la insulina», una condición en la que los órganos del cuerpo pierden gradualmente la capacidad de absorber el azúcar en respuesta a la señal de la insulina. Esto conduce a un aumento de la cantidad de azúcar en la sangre (hiperglucemia) que, cuando se produce durante largos periodos de tiempo, provoca múltiples daños en el organismo.

El exceso de azúcar provoca infartos y derrames cerebrales

Los vasos sanguíneos están en estrecho contacto con el azúcar en la sangre y, por esta razón, estas estructuras son las primeras que se ven afectadas por la hiperglucemia. Cuando el azúcar está en exceso, se une a ciertas proteínas de los vasos para formar productos finales de glicación. Estos productos son muy peligrosos para el funcionamiento de los vasos sanguíneos, porque provocan la pérdida de elasticidad y el engrosamiento de los vasos, aumentando el riesgo de formación de coágulos. Esto es muy perjudicial: varios estudios han demostrado que la hiperglucemia crónica aumenta entre tres y cuatro veces el riesgo de padecer enfermedades como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares.

Hemorragias intraoculares y ceguera

El ojo es otro ejemplo de órgano cuya función puede verse dramáticamente alterada por las complicaciones vasculares asociadas a la diabetes.

Para funcionar correctamente, la retina del ojo debe depender de la sangre suministrada por pequeños vasos sanguíneos, llamados capilares. Sin embargo, en condiciones de alto nivel de azúcar en la sangre, la estructura de estos capilares se altera, lo que da lugar a varios problemas, como la formación de edema (difusión de líquido) en la retina y la obstrucción de los vasos (isquemia retiniana). En ambos casos, las consecuencias pueden ser graves y provocar hemorragias intraoculares, desprendimiento de retina y, en última instancia, ceguera. Este fenómeno es mucho más común de lo que pensamos: casi dos tercios de las personas con diabetes se verán afectadas por la retinopatía y actualmente es la principal causa de ceguera en Norteamérica.

Ceguera por millones

Esta estrecha relación entre la diabetes y la retinopatía es tanto más preocupante cuanto que el número de personas con diabetes ha aumentado drásticamente en los últimos años. Este aumento se asociará necesariamente a un aumento de la retinopatía en un futuro próximo. De hecho, un equipo de investigadores del Centro de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos ha demostrado que, en las condiciones actuales, el número de estadounidenses de 40 años o más con retinopatía diabética pasará de los 5,5 millones actuales a más de 16 millones en 2050.

2 soluciones sencillas para evitar el desastre

Se trata de una situación extremadamente preocupante, ya que muchas de estas personas se verán afectadas en la flor de su vida, con múltiples repercusiones sociales, económicas y psicológicas. A pesar del impacto perjudicial de la diabetes de tipo 2 en la salud, es importante recordar que esta enfermedad no es inevitable, sino que, por el contrario, puede prevenirse en gran medida con simples cambios en nuestros hábitos.

– Mantener un peso corporal normal:

El sobrepeso y la obesidad son los principales factores de riesgo de la diabetes y mantener un «peso saludable» es la mejor manera de prevenir esta enfermedad y sus complicaciones. Llevar una dieta compuesta principalmente por alimentos de origen vegetal, como frutas y verduras y cereales integrales, es una forma sencilla de mantener el funcionamiento óptimo de nuestros mecanismos de control del apetito y evitar la sobrecarga de energía.

– Ejercicio:

El ejercicio regular es esencial para la prevención de la diabetes de tipo 2, ya que los músculos son los principales órganos que intervienen en la absorción de la glucosa en respuesta a la insulina. La actividad física regular ayuda a mantener estables los niveles de glucosa en sangre y es beneficiosa para todo el organismo.

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