Hígado graso no alcohólico: el sobrepeso aumenta el riesgo de cáncer de hígado

Escrito por Elena Ramos

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Una proporción importante de personas con sobrepeso tiene una acumulación excesiva de grasa en el hígado. Según varios estudios recientes, este hígado graso no alcohólico es un importante factor de riesgo para el desarrollo de ciertos tipos de cáncer.

Todos estamos familiarizados con los aspectos del sobrepeso y la obesidad, fácilmente visualizados por la excesiva acumulación de grasa en el tejido adiposo. Sin embargo, lo que es menos conocido es que también existe una forma invisible de obesidad en la que son ciertos órganos internos, como el hígado, los que pueden sobrecargarse de grasa.

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Esta acumulación de exceso de grasa en el hígado, conocida en el lenguaje médico como enfermedad del hígado graso no alcohólico (para distinguirla de los daños hepáticos causados por el exceso de alcohol), está directamente relacionada con una dieta demasiado rica en azúcares y grasas. Este «hígado graso» es muy peligroso, ya que el exceso de grasa en el hígado provoca una fuerte reacción inflamatoria que desencadena la producción de tejido fibroso para tapar el daño, creando una cicatrización (fibrosis) que interrumpe el flujo sanguíneo en el órgano y puede conducir a la cirrosis con el tiempo. En esta fase, la función del hígado está irremediablemente comprometida y sólo un trasplante del órgano puede salvar la vida de la persona afectada. Se estima que la esteatosis hepática causada por la sobrealimentación se convertirá en la principal causa de trasplantes de hígado en los próximos años.

Sobrepeso: 32% de mayor riesgo de padecer cáncer

Dos estudios recientes sugieren que el hígado graso también tiene una fuerte influencia en el riesgo de ciertos tipos de cáncer. En el primero, realizado en un grupo de 25.947 personas, un equipo de científicos surcoreanos descubrió que las personas con esteatosis tenían un 32% más de riesgo de desarrollar cáncer en general, en comparación con las que no tenían exceso de grasa en el hígado.

Este aumento es especialmente pronunciado en el caso de la forma más común de cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular), cuyo riesgo se multiplica por 17, pero también se observa en el caso del cáncer de colon en los hombres y del cáncer de mama en las mujeres (ambos con un aumento de 2 veces).

Los autores encontraron una fuerte correlación entre estos aumentos del riesgo de cáncer y la presencia de fibrosis en el hígado, lo que sugiere que la fuerte reacción inflamatoria en el hígado en respuesta al exceso de grasa puede contribuir al desarrollo de tumores.

El estilo de vida puede marcar la diferencia

Otro mecanismo implicado en la progresión de la esteatosis hepática a carcinoma hepatocelular fue identificado recientemente en un estudio publicado en la prestigiosa revista Cancer Cell. Un equipo de científicos suizos ha demostrado que las células del hígado poseen una enzima (mTORC2) que induce la producción de grandes cantidades de grasas esenciales para el crecimiento de las células cancerosas, a saber, los esfingolípidos (presentes en la membrana de estas células) y las cardiolipinas (presentes en las mitocondrias y esenciales para la producción de energía). Es muy probable que este fenómeno desempeñe un papel importante en la progresión del tumor, ya que un análisis de biopsias de pacientes con carcinoma hepatocelular muestra una sobreactivación de la función de la enzima mTORC2.

Estas observaciones demuestran que la enfermedad del hígado graso no alcohólico es una enfermedad muy grave que debe tomarse muy en serio. Cualquier persona con un sobrepeso severo debe ser consciente de que corre el riesgo de verse afectada por este trastorno, incluso si no presenta síntomas. Afortunadamente, como todas las complicaciones derivadas del sobrepeso y la obesidad, el hígado graso es una enfermedad estrechamente relacionada con el estilo de vida y, por lo tanto, se puede prevenir.

En este sentido, evitar el consumo excesivo de alimentos industriales ricos en grasas y azúcares es sin duda un requisito esencial para reducir la pérdida de la función hepática asociada al exceso de grasa. Adoptar una dieta predominantemente vegetal es una excelente alternativa, sobre todo teniendo en cuenta que los últimos descubrimientos sugieren que el consumo elevado de carne roja y charcutería también se asocia a un mayor riesgo de hígado graso.

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