Insolación: un riesgo de verano que hay que tomar en serio

Escrito por Lina Rodríguez Fernandez

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El fuerte aumento de las temperaturas en 2003 y el consiguiente fenómeno de insolación causaron 70.000 muertes en Europa. Este año de nuevo, el calor del verano será significativo. Es mejor entender el mecanismo de la insolación y protegerse contra ella, especialmente para los ancianos.

El cuerpo reacciona muy rápidamente a cualquier aumento de la temperatura. Un aumento de sólo 10°C en la temperatura de la sangre es detectado por receptores específicos que activan el centro de termorregulación; el cual está situado en el hipotálamo del cerebro y generan dos fenómenos principales :

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  • Una vasodilatación de los vasos sanguíneos para llevar una mayor cantidad de sangre caliente a la superficie del cuerpo, hasta 8 litros por minuto, a fin de promover la disipación del calor al ambiente exterior.
  • Activación del proceso de sudoración, que permite que el calor se disipe por la evaporación del sudor. Si el aire que rodea la superficie del cuerpo está seco, el sudor se vaporiza y puede disipar hasta 600 kcal de calor por hora.

Por otra parte, cuando el aire está cargado de humedad, el gradiente de calor se altera y la evaporación no es tan eficiente, por lo que sentimos el calor más intensamente en tiempo húmedo.

Golpe de calor en 2003: 70 000 muertes en Europa

La insolación se define clínicamente como una temperatura corporal superior a 40°C, acompañada de piel caliente y seca y anomalías del sistema nervioso central como delirio, convulsiones o coma. La insolación puede ser causada por la exposición a temperaturas muy altas o después de un esfuerzo de muy alta intensidad; en ambos casos, el calor elevado excede la capacidad del cuerpo para mantener su temperatura normal (37°C) mediante el proceso de termorregulación.

Esa insolación es sumamente peligrosa, como lo demuestran las 70.000 muertes que se produjeron durante la ola de calor de 2003 en Europa y las 10.000 muertes que causó la ola de calor de 2010 en Rusia.

Golpe de calor: un proceso de cinco pasos

Una síntesis reciente de los conocimientos adquiridos sobre los mecanismos responsables del golpe de calor permite comprender mejor los mecanismos que intervienen en el aumento de la mortalidad asociada a las olas de calor extremo. Analizando todos los datos disponibles, los autores identificaron 5 mecanismos principales que perturban el funcionamiento de 7 órganos principales y que colectivamente son responsables de la mortalidad por insolación:

  • Isquemia:
    La masiva redistribución de la sangre a la superficie del cuerpo hace que los órganos internos no estén suficientemente irrigados; esto es lo que se conoce como isquemia. A la vez, hace que su función se vea alterada por la falta de oxígeno.
  • Toxicidad por choque térmico:
    La alta temperatura provoca la producción de varias proteínas de estrés y radicales libres que dañan las células. Además de perturbar la función de los órganos afectados, la descomposición celular aumenta la permeabilidad de los órganos a los patógenos y las toxinas.
  • Inflamación:
    En el intestino, la erosión de la membrana mucosa causada por el golpe de calor y la isquemia promueve la infiltración de patógenos en el torrente sanguíneo y el desarrollo de una respuesta inflamatoria sistémica que daña los órganos (sepsis).
  • Coagulación:
    Otro daño de esta inflamación sistémica es la activación exagerada del sistema de coagulación, que causa la formación de coágulos que pueden bloquear el flujo de sangre a los órganos.
  • Rabdomiolisis: La isquemia y el choque térmico también pueden causar que las fibras musculares se desintegren, liberando mioglobina, que es altamente tóxica para los riñones.

Por lo tanto, en total, 27 fenómenos patofisiológicos son responsables, solos o en combinación, de los enormes daños causados por el golpe de calor en el cuerpo humano.

Las personas mayores: las que corren más riesgo

Los ancianos corren un riesgo especial de sufrir un golpe de calor debido a la mala adaptación fisiológica a las altas temperaturas. Por ejemplo, aunque el gasto cardíaco aumenta considerablemente en los jóvenes expuestos a un calor intenso, el aumento es sólo la mitad de grande en los ancianos.

Las personas mayores también segregan entre 20 y 30% menos de sudor que los jóvenes, lo que hace más difícil adaptarse al calor. Esta disminución de la cantidad de sudor también significa que los ventiladores eléctricos, que se enfrían aumentando la evaporación del sudor, son menos eficientes en las personas mayores. Los expertos recomiendan en general que estas personas, así como las que están enfermas, eviten la exposición innecesaria al sol en días calurosos; y lo que es más importante, se mantengan bien hidratadas. En tiempo muy caluroso, la pérdida de agua a través del sudor puede llegar a ser de 2 litros o más por hora; debe compensarse con una hidratación adecuada.

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